lunes, 10 de octubre de 2011

Retroceder NUNCA, rendirse JAMÁS

¿A quien no le gustaría hacer de este título un lema de vida?, especialmente de la vida espiritual. Me encantaría poder decir que he sido una guerrera que no se ha dejado vencer por nada, ni nadie, pero estaría mintiendo, en más de una ocasión he perdido batallas y la sensación de derrota me ha acompañado por algún tiempo, tentándome a bajar los brazos y volver atrás.

"Nunca hacia atrás, siempre hacia adelante"
En la congregación se abordó el tema:"Israel y su transición por el desierto", un tema lleno de enseñanzas sin lugar a dudas. A lo largo del antiguo testamento podemos leer como Israel fue sacado en medio de muchos milagros de Egipto, lugar donde sufrieron esclavitud durante muchos años, inmediatamente después de ser liberados de manos del Faraón y de ser testigos de la división del mar rojo  (por donde cruzaron), fueron llevados al desierto, donde Dios los proveyó de calor durante la noche a través de una columna fuego y de día los protegió del sol a través de una nube... "tú, en tu gran compasión, no los abandonaste en el desierto; la columna de nube no los dejó de día, para guiarlos en el camino, ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde debían andar". (Nehemías 9:19), este mismo Dios evitó también que murieran de sed y hambre haciendo que emane agua de una roca y caiga maná del cielo..."Partió las rocas en el desierto, y les dio agua tan abundante como las profundidades del océano" (Salmos 78:15); "hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio comida del cielo"(Salmos 78:24).
A pesar de experimentar todas estas maravillas en primera persona y sabiendo que tenían como promesa de parte del Señor una tierra para ellos, rica en leche y miel, el pueblo de Israel, frente a su primera prueba, no tardó en desanimarse y murmurar contra Dios, deseando regresar a la vida de Egipto, sí! a su vida de esclavos!"Y murmuraron contra Moisés y Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la congregación: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto!... ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto?" (Números 14)


Testimonio:
Con esta lectura, el Señor me mostró como estaba mi corazón y como es que mi memoria muchas veces peca de selectiva, es muy fácil que olvidemos de donde el Señor nos ha sacado y TODO lo que ha hecho en nuestra vida. Ahora mismo soy consciente que atravieso un desierto donde surgirán "situaciones difíciles" y que así será hasta el día en que el Señor vuelva, pero a diferencia de hace unas semanas, ahora sé, estoy convencida, creo firmemente, tengo la certeza, en suma, TENGO FE (gracias a Dios), que este desierto es sólo un lugar de entrenamiento y una antesala a una tierra de descanso, de reposo, la famosa "tierra prometida", donde nada escasea y todo abunda, empezando por la presencia del Señor. 

Todos los días despertamos y tenemos dos opciones, o vivimos ese día basándonos en lo que nuestros ojos ven, o vivimos el día a día a través de los ojos del Señor, descansando en él y convencidos (as) de que sus planes y propósito para nuestras vidas son mejores que los nuestros y que cuando le damos el control, TODO absolutamente TODO es para bendición.

Hasta la próxima!

Heidi.




1 comentario:

  1. Estimada hermana:

    Me ha recordado la Palabra de Dios en Hebreos 11:13: "Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra". Estas personas jamás quisieron regresar a Ur, sino prosiguieron hacia el cielo: "Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo" (Job19:25).

    El sufrimiento nos recuerda que estamos de paso en esta tierra como peregrinos y extranjeros. Nos ayuda a comprender mejor la cruz del Señor y nos lleva a consolidar más y mejor los fundamentos de nuestra fe.

    Bendiciones.

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