lunes, 10 de diciembre de 2012

Hablar vs Callar

Se dice que hay una delgada línea que divide el callar cuando coviene hablar y el hablar cuando conviene callar, la pregunta del millón es determinar ¿Quién pautea esa línea? y entender por qué lo hace.

Es importante poner en práctica la obediencia al Señor en todos los aspectos de nuestra vida diaria pero quizá uno de los más cotiadianos es en el momento de hablar o cuándo dejar de hacerlo.

Si eres de los que habla mucho, debes tener presente que hay una palabrería que es ungida por el Espíritu Santo y hay una palabrería que es vana, sin uso y perezosa. Esa es la palabrería de la cuál el apóstol Pablo nos advirtió en su carta a Timonteo. "Más evita vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad..." -2Timoteo 2:16-

Usualmente, podemos identificar el momento preciso en el cual lo que hacemos deja de ser ungido por Dios y se convierte en algo que estamos haciendo en la carne (en nuestra propia fuerza). Una pequeña voz nos dice alerta, nos incomoda. Después de llegar a ese punto empezamos a hablar sin sentido, realmente diciendo nada o repitiendo lo mismo una y otra vez.

Esa pequeña voz y sus síntomas, son el espíritu Santo, que nos dirige siempre y cuando se lo permitamos, en todas las áreas de nuestra vida, la gran ventaja de cederle el timón de nuestras vidas es que todo lo hace, lo hace conforme al corazón del Dios, siguiendo su perfecta voluntad para nuestras vidas, ese grado de desprendimiento y obediencia solo genera bendición para nuestras vida.

Hoy, el requeriemiento especial del Señor para tí y para mí es que seamos obedientes, que aprendamos a decir lo que Él quiere que digamos, y después callar "...porque Dios resiste(se opone, frustra, vence) a los soberbios(orgulloso, altivo, arrogante) y da gracia(bendición, favor) a los humildes" -1 Pedro 5:5-

¿Lo intentamos?

H.


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