jueves, 13 de diciembre de 2012

Sé Tú Mismo

En una sociedad donde la tolerancia ha dejado de ser bilateral y donde nuevas corrientes y formas de vida nos son prácticamente impuestas, es difícil permanecer firmes en lo que creemos y ponemos en práctica sin herir suceptibilidades o ser excluidos, hoy el Señor me permite compartirles un breve testimonio extraído de un devocional, donde se ejemplifica la actitud que debería prevalecer en nuestro día a día.


Testimonio
Mientras esperaba para hacerme un análisis de rutina en un hospital local, noté que en la pared, había una plaqueta de Cristo crucificado. Más tarde, una enfermera me hizo varias preguntas administrativas, y entre ellas: ¿Tienes alguna necesidad espiritual que le gustaría compartirle a un capellán?

Le agradecí por haberme preguntado, lo cual es inusual en el mundo actual. Ella respondió que era un hospital basado en la fe, y agregó: "Esa es parte de nuestra misión". Me impactó que no tuvieran miedo de ser quieren son en medio de una sociedad progresivamente secular y pluralista.

Pedro instó a los creyentes del siglo I, que habían sido dispersados tras la persecución y que vivían en mundos hostiles, a considerar una bendición el sufrir por lo correcto. "Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temer de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" 1 Pedro 3:14-15

Tal como aquella mujer del hospital que expresó abiertamente la fe de ellos, nosotros también podemos declarar la nuestra. Y si nos critican o amenazan injustamente por creer en Cristo, tenemos que responder con amabilidad y respeto. Nunca debemos tener temor de ser lo que somos en ÉL.


H.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Hablar vs Callar

Se dice que hay una delgada línea que divide el callar cuando coviene hablar y el hablar cuando conviene callar, la pregunta del millón es determinar ¿Quién pautea esa línea? y entender por qué lo hace.

Es importante poner en práctica la obediencia al Señor en todos los aspectos de nuestra vida diaria pero quizá uno de los más cotiadianos es en el momento de hablar o cuándo dejar de hacerlo.

Si eres de los que habla mucho, debes tener presente que hay una palabrería que es ungida por el Espíritu Santo y hay una palabrería que es vana, sin uso y perezosa. Esa es la palabrería de la cuál el apóstol Pablo nos advirtió en su carta a Timonteo. "Más evita vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad..." -2Timoteo 2:16-

Usualmente, podemos identificar el momento preciso en el cual lo que hacemos deja de ser ungido por Dios y se convierte en algo que estamos haciendo en la carne (en nuestra propia fuerza). Una pequeña voz nos dice alerta, nos incomoda. Después de llegar a ese punto empezamos a hablar sin sentido, realmente diciendo nada o repitiendo lo mismo una y otra vez.

Esa pequeña voz y sus síntomas, son el espíritu Santo, que nos dirige siempre y cuando se lo permitamos, en todas las áreas de nuestra vida, la gran ventaja de cederle el timón de nuestras vidas es que todo lo hace, lo hace conforme al corazón del Dios, siguiendo su perfecta voluntad para nuestras vidas, ese grado de desprendimiento y obediencia solo genera bendición para nuestras vida.

Hoy, el requeriemiento especial del Señor para tí y para mí es que seamos obedientes, que aprendamos a decir lo que Él quiere que digamos, y después callar "...porque Dios resiste(se opone, frustra, vence) a los soberbios(orgulloso, altivo, arrogante) y da gracia(bendición, favor) a los humildes" -1 Pedro 5:5-

¿Lo intentamos?

H.