miércoles, 30 de marzo de 2011

Las opiniones autodestructivas


¿Quien no ha murmurado alguna vez?, no seré yo quien diga que nunca lo ha hecho, incluso he caído en murmuración siendo ya cristiana.
Hoy por ejemplo, asistí a un seminario durante la mañana y uno de los asistentes no paraba de hacer intervenciones que según "yo" estaban fuera de lugar, esas típicas participaciones de los que "saben más que los expositores", aunque estos últimos tengan algunas décadas de experiencia en su haber. Procuré no intercambiar impresiones al respecto con la compañera que tenía al lado, aunque ella no procuraba lo mismo......tontamente malhumorada por las necedades de este muchacho empecé a visuarlizarme diciéndole: "Pero, ¿porqué no te callas?" fiel al estilo del Rey Juan Carlos. Cuando todo acabó, me fui con dos compañeros a la cafetería a comer algo aprovechando el descanso que nos daban antes de empezar la clase de la tarde, y de pronto......no pude más!
Lo peor de todo es que fui yo quien empezó la murmuración, le dije a una de mis compañeras, mientras comíamos, lo desatinada que me había parecido la actitud de ese chico y no sólo durante ese día, sino desde que empezaron los seminarios esa semana, a ella le faltó boca para hacer eco de mis comentarios y hablamos, hablamos y hablamos, hasta que me dí cuenta de que el protagonista de nuestra "tan amena tertulia" estaba sentado en la mesa de al lado escuchándonos.

Quizá para algunos esta situación no pase de ser una anécdota sin importancia, pero para mi fue una seria llamada de atención, inmediatamente el Espíritu Santo te dice que lo estás haciendo mal, de hecho, te lo dice desde mucho antes, procurando evitar que acabes como yo acabé, llena de verguenza, pero a veces decidimos hacer caso omiso e ingenuamente pensamos que tenemos nuestras palabras bajo control, ese fue mi caso.

¿Quién soy yo, para hablar a espaldas de alguien cuyas opiniones no comparto?, Ojo, el problema no fue que no estuviese de acuerdo con las opiniones de este chico, el problema fue que no tuve mejor idea que manifestar esa incoformidad a sus espaldas y con una actitud completamente errada. Inmediatamente me arrepentí, pedí perdón porque fui yo y no el espiritu guiándome, ¿Qué clase de testimonio damos después de murmurar? ¿Con que cara vamos donde esa persona y le hablamos del Señor?

Después de esta experiencia, tengo claro algo, no quiero volver a caer, pero sé que no depende de mí, sé que necesito que el Señor llene mi corazón de su amor, prudencia y tolerancia, cada día un poco más, y que de la abundancia de mi corazón, empiece a hablar mi boca (Mateo 12:34-37).
Si has caído en lo mismo que yo o en otras cosas, ánimo, el Señor nos sigue amando (Romanos 8: 38-39), no olvidemos que de nuestras debilidades el Señor se encarga (2 Corintios 12:9), eso sí, aunque Él conoce nuestras necesidades no dejemos de orar y pedírselo para que nos enseñe sus formas y caminos.

Espero que este testimonio te haya servido tanto como a mí.

Con cariño,

Heidi.

martes, 29 de marzo de 2011

Bienvenidos




Hola a todos!

Esta bitácora ha sido abierta con el único y gran propósito de compartir la palabra desde mi experiencia diaria, quien no es nuevo en esto sabe que El Señor nos habla con pequeñas cosas todos los días, y que mejor que compartirlo, nunca sabes cuando tu testimonio va a ser de bendición para otro, siéntete libre de compartir y preguntar, hagámos de éste un espacio en común para compartir nuestro día a día con total libertad.

Heidi.